En relación al emprendimiento, en general, hemos encontrado dos tipos de conversaciones. Una, la que está en el sentido común, tiene que ver con la creación de empresas (también con el autoempleo). Este es el concepto que se propicia desde lo público, en los programas de promoción del emprendimiento. Se asocia al emprendedor con un estadio previo al “empresario”, en el que hacer planes de negocios es la herramienta fundamental.
Otra mirada se asocia al “espíritu emprendedor”, a ese impulso humano conectado con el logro, con la concreción.
Se juntan entonces dos miradas que muchas veces no comulgan. La de lo externo (el negocio, la empresa, los resultados) y lo interno (la psicología, las motivaciones, etc.) Para nosotros, esas visiones son una parte del tema, sin embargo, son insuficientes para explicar el fenómeno de emprender.
Identificamos cuatro aspectos centrales que se entretejen paraqué suceda el emprendimiento. Que en su conjunción es lo que hemos llamado el emprendimiento integral.
El primer aspecto tiene que ver con lo interno del emprendedor, con su autopercepción, sus motivaciones, su nivel de conciencia. En este ámbito aparece la pregunta del sentido personal. ¿Dónde pone el foco el emprendedor? ¿en su propio bienestar?,¿en el de los suyos?, ¿en el de todos?.
Las respuestas a estas preguntas no son menores. Constituyen la fuente básica de su accionar y por lo tanto de los resultados que buscará y las consideraciones que tendrá. Hemos visto en nuestra realidad nacional a muchos emprendedores que toman acción sólo para incrementar sus propias ganancias, sin tener en cuenta a sus clientes, su entorno y la sociedad. Si no miramos el lugar interior desde el cual las personas emprenden, se puede estar propiciando emprendimientos fragmentadores o abusivos. La ética del emprendedor es fundamental para que el emprendimiento sea integral.
Un segundo aspecto tiene que ver con su conducta. La manifestación externa de su espacio interno, lo visible, las acciones. Acá aparecen las competencias, habilidades, el repertorio de conductas que el emprendedor tiene a la mano para poder lograr sus objetivos cómo usa ese repertorio. Este aspecto será el que genere resultados.
Por otro lado, está lo que escapa a la persona del emprendedor, que configura y condiciona (pero no determina) sus posibilidades y que habita en lo colectivo.
Encontramos los sistemas y resultados, aquellos elementos que van configurando las condiciones de vida en las cuales el emprendedor participa, y a la vez genera. Tal como mencionaba en el post anterior, hay estudios que establecen que las condiciones de vida, en la medida que se van complejizando, van generando la posibilidad que surjan nuevos sistemas de valores, sustentados en nuevas (y más complejas) condiciones mentales para hacerse cargo de los desafíos de esas condiciones. El emprendedor integral tiene la capacidad de reconocer esas condiciones y generar respuestas integradoras que vayan más allá de su propia satisfacción.
Finalmente está el aspecto interior de lo colectivo, los valores compartidos, la cultura. Este es el caldo en el cual el emprendedor se moverá. ¿Cuáles son las conversaciones de las que participa?, ¿de miedo y escasez?, ¿de confianza, de abundancia? ¿Cómo se vive la comunidad en que habita el emprendedor sus posibilidades de emprender?,¿cómo visualizan el futuro?.
Estos cuatro aspectos interrelacionados van configurando la relación emprendedor–emprendimiento, y son la base del Emprendimiento Integral. Conocer el aspecto interno, lo que le da sentido al emprender, las prácticas que surgen a partir de esto, los resultados y sistemas en los que habita-genera en su devenir y el trasfondo anímico y valórico del colectivo que habita esos resultados, nos permite tener una aproximación compleja sobre el emprendimiento, y no una mirada del tipo acción–reacción que a la larga genera frustración y bajos resultados (Chile tiene una de las más altas tasas en entrenamiento de emprendedores y una de las más bajas en efectividad).
En los siguientes posts me referiré a cada aspecto.