La Tercera: Desigualdad, Desarrollo y Emprendimiento Integral

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La desigualdad se establece en función de la distribución de ingresos en la población de un país. En Chile los niveles extremos de desigualdad producen que una parte de la población no reciba recursos en función de sus potenciales competencias, así: menos competencias, menos proyectos, menos ingresos, menor inversión, menos educación y por lo tanto menores talentos, generando un círculo de deterioro. Se establecen condiciones y situaciones en que el devenir del sistema pone en riesgo su sustentabilidad.

Está comprobada la relación entre desigualdad y desconfianza. La desigualdad va generando menoscabo, tanto en los resultados como en el trasfondo emocional desde el cual se construye la confianza y el bienestar. Al mismo tiempo, escaldo de cultivo para estados emocionales que dificultan que la información fluya, se generen redes, innovación y emprendimiento.

Necesitamos un nuevo proyecto de desarrollo. Y un nuevo proyecto requiere de nuevos actores que posean no sólo habilidades técnicas, sino también las mal llamadas competencias blandas, aquellas que están en la base del logro de objetivos: habilidades emprendedoras, sociales, emocionales y relacionales, que se traducen en comportamientos con impacto personal, en comunidades, condiciones de vida y por lo tanto en mayores posibilidades de transformación a nivel sistémico. Aquellas personas que desarrollan esta integración son los Emprendedores Integrales.

¿Qué necesita una sociedad para que aparezca la posibilidad de emprender integralmente?

Por una parte, emprendedores que en su devenir generen aprendizaje, mayores estándares de competencia, especialización, mayor poder de acción, capaces desconectarse entre sí y su entorno, más libres. Mayor diversidad en un sistema, mayor es sus posibilidades de resiliencia y sustentabilidad.

Que sus emprendimientos generen resultados que apalánquenla construcción de un espacio colectivo sostenido sobre una ética compartida, que deje atrás la cultura del miedo para dar paso a la de la confianza. El otro no representa un riesgo, sino una oportunidad para sostener conversaciones poderosas que faciliten la aparición de nuevos emprendedores, menos fragmentados, más integrados, pensando ganar-ganar-ganar (gano yo, ganas tú y ganamos todos).

Al generar un sistema en que muchas personas desarrollan sus talentos, hay más oferta de competencias, posibilidades de innovación, de riqueza, de desarrollo. Se establece además una pieza del trasfondo social y político que unifica el proyecto país.

 

Un ejemplo es lo que estamos viendo hoy en el reclamo por que exista igualitariamente el acceso a la educación. El reclamo en si no es el emprendimiento, pero el impulso que busca una educación que actúe como mecanismo rehabilitación para que todos participen en igualdad de condiciones en el sistema en el que nacen, eso es el espíritu del Emprendimiento Integral.

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